3 de agosto de 2020

LAS PINTURAS RUPESTRES DE FUENCALIENTE 1868

ANTIGÜEDADES PREHISTÓRICAS DE ANDALUCÍA

MONUMENTOS, INSCRIPCIONES, ARMAS, UTENSILIOS Y OTROS IMPORTANTES OBJETOS PERTENECIENTES A LOS TIEMPOS MAS REMOTOS DE SU POBLACIÓN.
DON MANUEL DE GÓNGORA Y MARTÍNEZ
1868
Este libro supuso la incorporación de las pinturas rupestres de Fuencaliente al mundo científico de la época y sirvió, sin duda, de estímulo para que Cabré y Breuil las estudiaran a fondo y desde aquí acometieran su estudio sobre la pintura esquemática en la Península Ibérica. Las de Fuencaliente fueron las primeras pinturas rupestres catalogadas y dibujadas en España.
Las primeras noticias sobre las pinturas rupestres de Fuencaliente se deben al párroco de Montoro, D. Fernando López de Cárdenas, quien mandó una comunicación sobre las mismas al conde de Floridablanca en 1783. López de Cárdenas, comisionado por Floridablanca para recoger sustancias minerales y otras curiosidades, reconoció y dibujó las pinturas de Peñaescrita y la Batanera el 26 mayo de 1783.
No hay más noticia de las mismas, hasta que D. Luis María Ramírez y las Casas-Deza, también cordobés, las cita en un artículo, dedicado a los baños de Fuencaliente, en la revista "Semanario Pintoresco Español" en 1844, y de nuevo en otro artículo en la misma revista en 1846. El artículo publicado por Casas-Deza será incorporado casi literalmente al famoso "Diccionario" de Pascual Madoz, publicado en 1847 (tomo VII). Casas-Deza hace referencia detallada a las investigaciones de López de Cárdenas, por lo que es de suponer que tuvo la oportunidad de ver los manuscritos que éste realizó para el conde de Floridablanca.
D. Manuel de Góngora y Martínez tuvo el privilegio de ver, "en casa del Sr. Fernández Guerra", los originales que López de Cárdenas, el cura de Montoro, mandó al conde de Floridablanca, y publicó nueve láminas en este libro. Esta noticia sirvió para poder sacar a la luz los cuadernos de López de Cárdenas, que se encontraban en la Real Academia de la Historia, donde habían sido cedidos por el Sr. Fernández Guerra. (Aureliano Fernández Guerra y Orbe alcanzó gran fama en la época por sus estudios históricos, lo que le llevó a pertenecer a la Real Academia). Uno de estos cuadernillos descubiertos por Gratiniano Nieto Gallo en la Academia, fue cedido al Museo de Ciudad Real y fue expuesto en el "Bicentenario de la Pintura Esquemática Peña Escrita", que como homenaje a D. Fernando López de Cárdenas, organizó el citado museo en 1983.
D. Fernando José López de Cárdenas exploró las pinturas en Mayo de 1783, acompañado por su hermano Antonio (autor de los dibujos), el alcalde Alfonso de Bernabé, y por el escribano de la villa Josef Antonio Díaz y Pérez. En su informe, López de Cárdenas piensa que las pinturas representan caracteres fenicios, cartagineses y egipcios; para Góngora Martínez hay que relacionarlas con caracteres íberos y celtas de los que hay muestras similares en la Península.
El libro consta de 125 páginas y numerosas ilustraciones de diversas "antigüedades prehistóricas" de Andalucía. Entre las páginas 62 y 70 trata sobre las pinturas de Fuencaliente.
"En la sierra que corre desde Zuheros al Laderón, están la caverna del Puerto y las Cuevas Escritas, que son varias y merecen un detenido reconocimiento. Ni el Sr. Guerra ni yo hemos podido realizarlo. ¿Quién sabe si nos brindarán con geroglíficos parecidos a los de las cuevas de Fuencaliente o las de Velez-Blanco, puesto que unas y otras tienen la misma denominación, o con epígrafes menos indescifrables?.
Aquí vienen como anillo al dedo hablar de tres notables descubrimientos, uno del año 1848 en el monte Horquera; otro del de 1783 en las sierras de Fuencaliente, villa del antiguo partido de Calatrava, por cima de Montoro, en las cumbres de Sierra Morena que dividen la Mancha de Andalucía; y otro que me ha reservado mi buena suerte. El Sr. Fernández Guerra posee autógrafos de los documentos relativos a los dos primeros hallazgos, y justo es que sean conocidos antes de que algún docto de esos que lo saben todo y todo lo descubren, quiera darse aires de primero y único inventor en la materia. [........]
Fig. 70 
Los de Fuencaliente son todavía de mayor interés e importancia. Cerca de una legua al Oriente de la villa, en un estribo de la Sierra de Quintana y sitio de Piedra Escritá (cargando el acento en la ultima sílaba), hay un lugar casi inaccesible, habitación de fieras y cabras monteses.
Fig. 71 
Pasado el río de los Batanes y el de las Piedras, mirando a la parte por donde se pone el sol y a la villa, se cortó a pico de espiochas conarte y simetría en remotísima edad, la falda del peñasco y sierra, que es de pedernal fino, dejando una fachada o frontispicio de seis varas de alto y otras tantas de ancho, y abriendo allí dos cuevas contiguas que entran por ancho y acaban en punta, o sean dos nichos triangulares pulimentados en sus cuatro caras. En los dos frentes esteriores de izquierda y derecha, aparecen más de sesenta símbolos o geroglíficos escritos con modo rústico y sencillo por el dedo índice de ruda mano y con tinta rúbrica bituminosa. Los nichos, como de vara y media de altura, una de profundidad y media en la boca, están cubiertos por la durísima e inmensa piedra de la montaña. Fórmase como un atrio o esplanada delante del monumento, y le defiende un valladar hecho con los peñascos que se arrancaron de allí, robustecido por enebros, quejigos y alcornoques. La media luna, el sol, una segur, un arco y flechas, una espiga, un corazón, un árbol, dos figuras humanas y una cabeza con corona, se destacan entre aquellos signos, albores de la escritura primitiva. Helos aquí tales como los copió ante el escribano de la villa, Josef Antonio Díaz y Pérez, y el alcalde Alfonso de Bernabé, D. Antonio López y Cárdenas, hermano del erudito cura de Montoro en 25 de mayo de 1783.
Fig. 72 
Primera inscripción en el frente esterior de la izquierda (figura 70). Segunda en la primera cara triangular del primer nicho o cueva (fig. 71). Tercera en la segunda (fig. 72). Cuarta en la primer cara triangular de la segunda cueva (fig. 73). Quinta en la segunda (fig. 74). Sesta en el plano esterior de la derecha que vuelve piramidalmente ya hacia el norte (fig. 75).
Fig. 73 
Como a un cuarto de legua al cierzo de este sitio, está el que llaman la Batanera, donde en espantosa catarata se despeña a gran altura el río de los Batanes. A su orilla izquierda írguese otro peñasco vivo, cortado por arte, formando cara hacia la parte del cierzo, de cinco varas y media de alto por tres de ancho, también con símbolos y geroglíficos en tinta rúbrica; pero hallándose al descubierto, los ha borrado el agua en no pequeña parte. Los que se pudieron copiar fueron estos (fig. 76). Por complacer el conde de Floridablanca, hizo Cárdenas desportillar un pedazo del ángulo inferior izquierdo con cuatro figuras, de ellas la de un sistro, y lo remitió al gabinete de Historia Natural de esta corte. A veinte pasos río abajo en un peñascar se vieron estos signos (fig. 77). Y como a diez pasos hay sobre el río otra peña cortada formando un plano de dos varas y en él estos otros geroglíficos (fig. 78).
Fig. 74 
Buena ocasión se me presentaba aquí de lucirme con la erudición greco-romana del buen cura de Montoro, procurando antes decir mil pestes de él, para que nadie entrase en codicia de leerle, acomodándose a la maña de ciertos críticos, pescadores y cazadores, que saben promover altercados con los doctos para chuparles la savia o entrar a sangre y fuego por los libros. Pero como no he de ser otro que el Dios me hizo, sigo distinto rumbo, y doy lo que es suyo al buen López de Cárdenas.   
Sin embargo, alguna cosa pudiera decirse aquí sobre los lucos y bosques sagrados de las primeras gentes, y sobre el deseo innato en el hombre de transmitir con signos más o menos elocuentes a sus hijos el recuerdo de los sucesos que enardecieron su imaginación, o llenaron de placer o de amargura su alma. [......]
¿Tenía efigie el luco de Fuencaliente? Silio Itálico nos dice que no le había en el templo del Hércules gaditano y que la magestad del númen llenaba todo el templo.
Sed nulla effigies, simulacrave nota Deorum:  
Maiestate locum, et sacro implevere timore.
Fig. 75 
Linda el término de Fuencaliente con el de la Mancha por el Norte, y por el Sur con los de Andújar y Montoro; terreno agrio, riscoso y de monte que cercan las sierras Quintana y Madrona. Hácenle famoso aguas termales salutíferas, nacidas en mineros de cobre y hierro; tierra blanca saponaria, también medicinal, y grandes escoriales de antiguas minas que forman cordón con las de Almadén, Montoro, Bailén, Vilchez y Linares. El Sr. Fernández Guerra posee tres copias autógrafas de la Noticia que desde Montoro y a 24 de Setiembre de 1783 dedicó D. Fernando López de Cárdenas, al conde de Floridablanca, primer Secretario y Ministro del Consejo de Estado de S. M. etc., con una carta de este prócer. El más atildado de estos manuscritos es un pliego entero que consta de cuatro hojas de portadas y advertencias, diez láminas y diez de testo, pero a vista de los tres doy razón de tan importante monumento. Cárdenas cree que los geroglíficos son fenicios, egipcios y cartagineses; y aquél un luco o salto consagrado al sol y a la luna, a Osiris y a Isis, Montium custus nemorumque virgo malogrando copia de erudición en materia que no se puede aclarar sino por otro camino.
Fig. 76
Síganle los verdaderamente profundos en estos arcanos de la ciencia. ¿Hay parentesco entre los geroglíficos de Fuencaliente, los mismo de Velez-Blanco, los letreros de las cuevas de Carchena y los de la casería de Minerva? La ciencia lo dirá. ¿Estos albores de escritura se enlazan con algunos signos que muestran después, por ejemplo, ciertas no más conocidas medallas de Obulco? ¿Qué punto de contacto tienen con las inscripciones célticas de Portugal que publicó el padre Contador de Argote? Los filólogos podrán determinarlo. Conténtome yo con aprovechar esta favorable coyuntura y el desprendimiento de mi amigo, para que logre encarnar la noticia en la curiosidad de los estudiosos, y el diestro lápiz se emplee en trasladar aquellos signos, y la fotografía en llevar sin fatiga al hombre de ciencia a tan intratables riscos y alongados parajes. Yo bien sé que el buen Antonio López de Cárdenas carecía de habilidad pictórica, pero revisado su diseño por un docto como su hermano D. Fernando José, con alguna luz y guía han de brindar tales trazos, por poco carácter que tengan. Mi resolución de no hacer ampulosos comentarios sobre ellos, no desagradará a los advertidos. Los alemanes distinguen entre dos clases de doctos: unos que solo piensan en el objeto científico y en la verdad; y otros que antes que todo piensan en sí mismos, en su fama, en su vanidoso nombre, y en último término, muy secundariamente, en el objeto y en la verdad científica. [......]
Fig. 77 
Por fortuna un casual descubrimiento ha venido a aumentar la satisfacción que legítimamente me corresponde al sacar a la luz los del docto Cárdenas y los del Sr. Fernández- Guerra. Este descubrimiento es exclusivamente mío, saca airosos los dibujos de Cárdenas, y me proporciona la gloria de ser el primero en España que da a conocer una escritura prehistórica enteramente nueva y desconocida. ¿Tiene alguna analogía con ciertos caracteres de los monumentos pérsicos publicados por Creuzer? [........] 
Fig. 78 
Séame permitido notar que los signos y figuras de Velez-Blanco están hechos con tinta rúbrica, como los de Fuencaliente; que en los letreros de Fuencaliente, monte Horquera, Zuheros y Velez-Blanco hay algunos símbolos comunes; que Fuencaliente era el límite de la Oretania y de la Bética; que los otros dos puntos pertenecían a la Bética y el último a la Bastetania, mediando entre éste y el primero la distancia de doscientos diez kilómetros por el aire."